domingo, 4 de agosto de 2013

Campanas

  Hoy, al leer un poema que ha publicado una amiga,
 he recordado los días de angustia, impotencia y pena
 que causaban en mi alma tus silencios y tristeza.
 Esta última escondías entre alguna impertinencia,
que a veces repercutía fuertemente negativa,
dolorosa y malherida en mi ya eximia paciencia.
  Te sacaban de tu estado de estupor ante lo incierto
 las campanas de la iglesia,claras, firmes y seguras.
 Despotricabas nervioso. Te hacía daño el sonido
 que, por hacerte hablar un rato, defendía sin mesura
hasta lograr la sonrisa, grito o alguna palabrota
 que descargaban tu alma ante su derrota futura.
A día de hoy me pregunto qué te decían las campanas.
¿Quizá  fuera su sonido de aquella infancia lejana,
de la iglesia y de su plaza frente por frente a tu casa?
¿O puede que alegres carreras durante sacras procesiones
en que tú y tus amigachos iban con el santo a cuestas?
¿Cuando obligaban al niño a asistir  al santo oficio
 sabiendo que quien lo ofrece acumula vicios miles?
¿Recuerdas aquel sonido repiqueteando triste
 cuando enterraste al hijo, a la mujer, al amigo?
 Lo mismo cada toque anunciador de las horas
te recordaban el tiempo que te quedaba en tu alcoba.
 En tu casa. En tu vida. Que se acercaba tu aurora.
¡Y se acercó y,  por supuesto,siguen sonando campanas
y con ellas mil recuerdos!" Pa-pá" suena en cada toque.
 Y yo,con cada sonido, sonrío... te hablo...te vivo.


Otro recuerdo a Sebastián Suárez, mi padre

2 comentarios:

  1. Amiga, cuantas cosas tenemos en común. Todo eso yo también lo he vivido!!, pero lo triste que todavía pasan esas cosas. Yo soy de un pueblo pequeño y no salen de la iglesia. Y acaban de salir de misa y ya están criticando, por eso no me identifico, porque me quemarían como a las “brujas de Salem”. Por el simple hecho de no pensar como todos ellos...
    Un abrazo.

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    1. No hace falta que te identifiques. Sé quién eres: eres la persona que está ahí y aquí siempre, con la cual me identifico por tantas cosas y a la que he llegado a apreciar mucho, sobre todo por lo que tenemos en común.
      Gracias, Universo. Un abrazo.

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