¡Me encanta la caballerosidad que da la rutina!.
¡La ignorancia de la misma,
que termina viendo mejor lo ajeno que lo propio!
En la que caemos como tontos
ignorando el fluir del día a día,
que es lo que da a nuestras vidas
la razón del existir.
Buscamos un sin sentir dentro de su propia esencia,
encontrando en la indecencia de lo ajeno
el sentimiento postrero
que nos obliga a sentir un falso placer sin freno
y,cuando se va el intruso y volvemos a mirarnos,solos,sin tapujos,¡ no nos vemos!.
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