un, dos, tres
canta la niña otra vez
¿ por qué no saltas, mi niña,cantándola del revés?
Paró la niña sus saltos..
Me miró y saltó de nuevo.
Tres, dos, uno,
canta la niña, por fin
mirando con disimulo.
Y en sus ojazos leía
la risa que producía
mi consejo tan pueril.
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